Las niñas de 0 a 17 años se enfrentan a graves peligros. Ser mujer en América Latina es tener miedos absurdos: a caminar por la calle de noche, a quedarte sola en la casa con un familiar masculino, a gustarle al profesor de primaria o al portero del colegio, a tener unos ojos muy lindos, un pelo muy llamativo, una forma de caminar cadenciosa.
En efecto, si sos mujer y vivís en América Latina, tus miedos no son infundados. Corrés peligro solo por existir.
Ser Asesinada. Entre 2013 y 2017, sólo en tres países de la región ocurrieron 2 mil 113 homicidios de niñas y adolescentes, pero la mayor parte de ellos no han sido investigados y, por tanto, no han adquirido la tipificación de femicidios. En los otros cuatro países no hubo siquiera acceso a fuentes confiables .
Esclava Sexual.Todos los días en América Latina y en las comunidades Latinoamericanas en Estados Unidos, jóvenes y niñas son abusadas y reclutadas por redes de trata de personas que venden sexo en burdeles residenciales, en bares o cantinas, a través de servicios de acompañamiento, y en otros sitios en todo Estados Unidos.
Las redes criminales y los tratantes individuales se enfocan en jóvenes y niñas vulnerables que frecuentemente están lidiando con pobreza, una historia de abuso sexual o físico, o falta de oportunidades, y las explotan para sacar dinero. Estas víctimas son engañadas y persuadidas con falsas promesas de relaciones románticas, buenos trabajos, o un pasaje seguro a Estados Unidos, y luego las fuerzan a participar en sexo comercial.
Muchas veces estas mujeres no cuentan con un buen estado migratorio, dinero, ni la habilidad de hablar Inglés, y además reciben amenazas de violencia en contra de ellas o de sus familiares en su país de origen, lo que las mantiene atrapadas en una forma moderna de esclavitud.
Los casamientos tempranos o matrimonio servil. Consiste en la “venta” encubierta de niñas, bajo la forma de matrimonios legales, para ser sometidas a servidumbre sexual y doméstica; el marido – generalmente un adulto mucho mayor que la niña y con una posición económica superior – paga una suma de dinero o una “contribución” a la familia por la niña y luego la somete a sostener relaciones sexuales. Algunas veces implica el traslado del niña a otra ciudad o país. La familia percibe al marido como un “benefactor”
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